lunes, 16 de febrero de 2009

Discriminan a pareja por su condición de invidentes

TIJUANA.- Patricia y Juan Carlos quisieron festejar el Día de San Valentín como cualquier pareja de novios: con una comida fuera de casa, una caminata en un parque y tal vez una velada; sin embargo, la sola idea de salir de sus hogares les obligó a pensarlo mucho antes de decidirse por la serie de peripecias que tendrían que enfrentar, pues son ciegos.



Con una copia en mano del Reglamento para el Desarrollo Integral de las Personas con Capacidades Diferentes de Tijuana, él intentó demostrar al gerente del restaurante "Giuseppis" que dejarlos entrar con sus perros guía es una obligación. El empresario intentaba obligarlos a dejar los animales en el estacionamiento del local.
Argumentó que los invidentes no requerían a los perros para tomar sus alimentos, y tras varios minutos de discusión cedió pero con la condición de que la pareja fuera atendida en un salón que se encontraba casi vacío, no en el comedor principal.
La justificación: que los canes podían tener certificado de entrenamiento, pero también había el riesgo de que inquietaran a los comensales. Además, el prestador de servicios pretextó que si la autoridad sanitaria descubría a los animales en un lugar donde se sirven alimentos, podrían clausurar el lugar.
Sin desanimarse ni mostrar disgusto alguno, los novios aceptaron el "confinamiento", aunque advirtieron estar conscientes de que se trataba de una discriminación. Tampoco protestaron cuando se les notificó que el restaurante no tenía menús en Braille y que una acompañante no ciega tendría que leerles.
Eso sí, Patricia celebró con una carcajada cuando el gerente aseguró que se les atendió en un salón privado del establecimiento porque es el mejor, ya que cuenta con una serie de pinturas murales que evocan a Venecia.
"A menos que estén en Braille, podemos disfrutarlo", afirmó Juan Carlos, mientras Patricia aseguró en broma, que las pinturas fue lo que más disfrutó.
El incidente, no obstante que tuvo un "final feliz" porque Patricia y Juan Carlos lograron entrar al establecimiento, apenas fue una muestra de lo que viven cada día, ya que no falta que se les impida el acceso a oficinas públicas, algún establecimiento privado, o que choferes de transporte de pasajeros les nieguen el servicio.
A Patricia se le negó entrar con su acompañante a las oficinas de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y Juan Carlos ya no recuerda cuántas negativas ha recibido.
Las anécdotas se les acumulan, pero no les impiden seguir su vida diaria porque ambos tienen un empleo fijo en dependencias públicas y además ofrecen pláticas a otros invidentes sobre las posibilidades que tiene cualquier persona de desarrollarse y ser autosuficientes.

Entre la insensibilidad y las ganas de vivir
Patricia Saavedra López tiene 42 años y trabaja como asesora en la Procuraduría Federal de Protección al Consumidor (Profeco). Vive con sus hijos, a quienes crió desde que se divorció, unos años antes de quedarse ciega.
Era empleada del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) cuando perdió la vista de un ojo, lo que obligó a la institución a pensionarla. Poco después, de la noche a la mañana, quedó ciega totalmente sin que ningún médico pudiera descubrir la causa.
Juan Carlos, de 35 años, trabaja en las oficinas delegacionales de la Mesa de Otay.
También perdió la vista de adulto, así que ambos recuerdan los colores, las figuras y pueden describir algunos lugares que visitan
Son los únicos invidentes de Tijuana que cuentan con perros guía y a pesar de que otras personas con la misma discapacidad saben cómo esto les cambió la vida, nadie se ha atrevido a obtener sus propios canes.
"Roxy" y "Pancho" son los nombres de los perros, son de la raza Labrador y están certificados como guías por una escuela de Michigan, Estados Unidos.
Están entrenados para hacerse "invisibles" en cualquier espacio público o privado, siempre permanecen atentos a las órdenes de sus amos y tienen control total para hacer sus necesidades fisiológicas.
Un representante del Club de Leones "Centinela de Mexicali" logró que los perros fueran donados a Patricia y Juan Carlos.
Afirman que los animales son más que sus guías, sus ojos y unos verdaderos amigos y acompañantes, y aunque su presencia les ha implicado muchas dificultades porque se les han cerrado puertas, también les devolvieron la posibilidad de desplazarse en cualquier lugar, casi sin riesgos.
Sin embargo, precisamente el desconocimiento de lo que significa un perro guía ha impedido que otros invidentes decidan aceptarlos, y en consecuencia en Tijuana sólo hay dos, en Mexicali cuatro personas ciegas cuentan con este tipo de acompañantes y nueve en Ensenada.

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